jueves, 22 de abril de 2010

De jueces, togas y lodos

Lo prometido es deuda, así que empezaré a esbozar mi opinión sobre lo que está pasando con la justicia en esta, nuestra España. Por comenzar por alguna parte, habrá que charlar del Constitucional.
Naturalmente, líbreme Dios de hablar sobre la constitucionalidad del tan cacareado Estatut, que si los altos magistrados de la nación no son capaces de saberlo, menos aún un tipo normal como yo. Claro, que a lo mejor ellos sí saben si la norma cumple o no con la Carta Magna, pero ¿por qué no lo dicen?
Y ahí entramos de verdad en el problema. Yo no conozco la forma de renovación del Tribunal Constitucional en otros países, pero está claro que aquí hay algo que no está bien. Cuando Monstesquieu ideó la separación de los poderes del Estado en tres, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, que a su vez se controlaran unos a otros, la cosa parecía buena, más aún viniendo de donde veníamos. Sin embargo, cuando observamos la realidad española da la impresión de que aquí la cosa no cuadra.
Veamos. Un señor sale elegido candidato de su partido (me da igual las siglas). Cuando dicho partido obtiene el mayor número de escaños en las elecciones ese señor se convierte en presidente del gobierno, es decir, del Ejecutivo. En el congreso, los diputados de ese señor votan todos a una lo que él impone, porque de ese modo en las próximas elecciones irán en la lista de candidatos, con lo cual no termino de ver claro el control del legislativo al ejecutivo. Finalmente, resulta que los máximos organismos del judicial se han de elegir con determinadas mayorías del congreso, que hace lo que dicen dos señores (el que manda y el que dice oponérsele), por lo que al final le acaban debiendo el sueldo a aquel tipo que salió elegido candidato del partido.
Más tarde llega la hora de trabajar. Aquellos señores que fueron nombrados para decidir qué normas cumplen y cuales no con la constitución se debaten entre dos aguas. Por un lado son JUECES INDEPENDIENTES QUE SOLO SE SOMETEN AL IMPERIO DE LA LEY, pero por otro son simples mortales que han de llegar a fin de mes. Por eso, cuando aquellos que les nombraron necesitan de sus servicios, su bipolaridad adquiere tintes dramáticos, ya que se debaten entre lo que dice la ley objetivamente y lo que ellos creen en su interior.
El resultado es que tenemos un sistema que no funciona, donde los ciudadanos tenemos la sensación de que aquí sólo manda una oligarquía que maneja a su antojo los resortes del estado y en la que se mantiene un status quo que en nada nos beneficia ... salvo a ellos.
¿La solución? Pues volver a los orígenes, a Montesquieu. Lograr una independencia real del poder judicial que ha de comenzar por ellos mismos, dejando claro que no se deben a nadie, sino tan sólo a lo que dice la ley. Cuando llegue el día en que los periódicos no sean capaces de augurar hacia qué lado se decantará el voto de cada uno de los miembros de una sala judicial, habremos dado un gran paso para la auténtica democracia. Hasta entonces, esperaremos sentencia, aunque ellos están sentenciados.

martes, 13 de abril de 2010

cuentos

Antes de que se me tache de nada, quiero dejar claro que desde mi punto de vista en esta sociedad no existe realmente igualdad, y que hay que luchar por ella.
Sin embargo, ¿no hay un cierto tono orwelliano en la sugerencia de no leer Blancanieves o Cenicienta?¿Tal vez Alonso no debió ir nunca al Monte de las Ánimas a buscar la prenda de su amada y debió enviarla a ella?¿Veremos a Bibiana haciendo una hoguera en compañía del ama del hidalgo Quijano quemando todos los cuentos de Disney?
Tratemos de luchar por un mundo más igualitario, pero hagamoslo desde el sentido común, por favor.

viernes, 9 de abril de 2010

Valores

Me he encontrado un artículo de Leopoldo Abadía (http://www.cotizalia.com/desde-san-quirico/punto-llegar-bueno-20100409.html) que me ha hecho reflexionar una vez más, como casi siempre consigue hacer este señor.

Me da la impresión de que no estamos aprendiendo nada de esta crisis en la que nos hallamos, que sólo estamos trampeándola, para ver como salimos de ella y empezar nuevamente con las andadas que a ella nos llevaron.
Por eso me gusta el artículo que os recomiendo, porque más allá del judeocristianismo que pueda impregnar nuestra forma de vida (lo bueno y lo malo, el cielo y el infierno...)creo que esta crisis es sobre todo una crisis de valores. No me estoy refiriendo a las familias de tal o de cual forma, ni a si el aborto hasta aquí o hasta allá. Estoy hablando del valor del esfuerzo, del trabajo, del día a día para construir algo grande.
Me da la impresión de que en occidente dejamos atrás hace tiempo aquello de trabajar para conseguir algo, y creo que en esta España nuestra aún más.De un tiempo a esta parte prima más la cultura "olímpica": más alto, más rápido y más fuerte. Cuanto más alto suba y más rápido lo haga, más fuerte seré y con mayor motivo podré mirar al resto del mundo desde mi azotea dorada. Pero no me he dado cuenta de que allí, en la azotea estoy sól, y que he hecho mucho daño para llegar allí.
Yo, particularmente, he visto trabajar a mi padre muy duro desde siempre, y eso que he aprendido; aunque a veces la letra con sangre entra. Lástima que muchos de los nuevos ricos no lo tuvieran a él de ejemplo.
Si la banca, los políticos, los sindicatos, la superpatronal y la sociedad entera reflexionara sobre el valor del trabajo y el esfuerzo, entonces sí que saldriamos de esta pronto, y reforzados.
Mañana prometo hablar de Garzón y los jueces, que me están entrando ganas.

martes, 6 de abril de 2010

La Caja de todos

Hoy, noticia a toda plana con el tema del sumario del caso Gurtel. Me doy cuenta de que cuando leo el periódico me interesan las páginas de nacional, internacional, opinión, pero siempre me salto las de la sección de corrupción. Entonces me enfado conmigo mismo, porque no debería dar por sentado que hay unos cuantos tipos robándome. Sí, sí, me roban a mí, y a ti y a vosotros y a todos los que estamos sosteniendo este país; y me da igual el partido del que sean. Y lo peor de todo es que estamos anestesiados.
Ahora mismo somos una sociedad mucho más preocupada por si Messi es mejor que Cristiano, o si la Esteban ha mejorado con su cirugía, que por lo que realmente debiera importarnos. No podemos ser una sociedad que asume que existe una casta de mangantes que vienen a enriquecerse a costa de nuestros votos. Cuando eso sucede, nos estamos acercando al abismo.
Si el día que se entrega el sumario del Gurtel, aparece la noticia de que hay más de 30.000 parados más, no debemos callarnos. Somos una sociedad aborregada, en la que nadie alza la voz para denunciar la desidia que nos gobierna, en que los que lo hacen son acallados de inmediato tachados de insensatos por algo tan sensato como querer que las cosas cambien, que vayan mejor. Me parece que cuando eso sucede, debemos echarnos a temblar.
Ya oigo amigos que hablan de irse de este país que no los quiere, que se quejan de la protección a los chorizos en este estado garantista frente a la esquilmación diaria que sufre el ciudadano cumplidor, que ven impotentes como una casta política se lucra a su costa mientras ellos las pasan canutas para llegar a fin de mes. Y no pasa nada. No pasa nada.
Una sociedad así, dormida, anestesiada, hipnotizada por los medios con dosis de fútbol y corazón a partes iguales no va a ningún sitio, no progresa; simplemente continua con un diario quehacer que no la lleva a ninguna parte.
Al final siempre hay que recordar a los clásicos. Decía Ortega que en España en los últimos doscientos años siempre han mandado los mismo, y me da la impresión de que van a seguir haciéndolo los próximos doscientos años sin que nosotros hagamos nada para remediarlo.